miércoles, 2 de mayo de 2007

IZQUIERDA, POPULISMO Y NUEVOS PROCESOS EN AMÉRICA LATINA

En estos tiempos muchos términos resultan confusos para la población en general y problemáticos en la definición por parte de los académicos. Esa impresión me quedó después de haber asistido al seminario “Izquierda populismo y democracia en América Latina” que se llevó acabo en el Colegio Nacional de Buenos Aires, los días 27 y 28 de abril.

Estas notas, un tanto desordenadas o quizá demasiado sistemáticas, reflejan lo que mi entender consideró más significativo del evento. Me pareció importante hacer este ejercicio dado el proceso político que vivimos en el pasado reciente en México y, además, porque conforme transcurría el desfile de ponentes de diversos países involuntariamente llegaron a mi mente imágenes públicas de las últimas dos contiendas electorales.

IZQUIERDA, POPULISMO Y NUEVOS PROCESOS

I. Los desafíos de América Latina

Los malos resultados de las políticas económicas de ajuste y ajuste estructural implementadas en América Latina desde mediados de los 80, particularmente en términos de empleo, pobreza y desigualdad social, han dado lugar a nuevos procesos políticos y económicos, aunque no necesariamente alternativos a las reformas de mercado.

En este contexto, de acuerdo con las exposiciones, los países de la región tienen ante si una serie de desafíos, fundamentalmente de orden social, tales como la pobreza y polarización económica entre los sectores bajos y altos. Así, en la agenda de América Latina destacan como propósitos: a) la generación de empleos y el impulso de reformas tributarias más equitativas, b) la erradicación de políticas sociales focalizadas y sustentadas en prácticas clientelares, c) la implementación de políticas sociales universales, d) el fomento de la participación ciudadana como un mecanismo para institucionalizar el consenso, y d) la integración regional.

II. Izquierda y rasgos del populismo

Se dijo que el “fracaso” de las políticas de mercado, asunto aún en debate, se ha visto como un referente sobre el cual se han montado diferentes gobiernos con estrategias populistas, progresistas y/o de izquierda, sin que ello implique la existencia de una frontera nítida entre esas forma de gobieno.
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En el caso de la izquierda, existen elementos que teóricamente le dan contenido y sustento, tales como: a) la lucha contra la desigualdad social, b) la generación de mecanismos para una mejor distribución del ingreso, y c) la búsqueda de una mejor distribución del poder político. De esos tres puntos, considero fundamental el tercero, en la medida en que sugiere la lucha para acceder al poder político por medio de mecanismos democráticos. En el caso de México por ejemplo, la incorporación de la izquierda en el sistema de partidos y del poder real ocurrió hasta el último cuarto del siglo XX.

Así planteado, el modelo populista es contradictorio con una visión de izquierda, ya que presupone la desinstitucionalización del sistema político en la medida en que, en su concepción mítica, la base de su legitimación está dada por el pueblo. Se plantea así la no existencia de intermediarios, es decir, una relación directa entre el pueblo y el líder carismático, quien a su vez se asume como el representante de sus intereses.

El modelo populista, siguiendo mi razonamiento, está permanentemente tentado a desarrollar y ejercer una visión autoritaria, por tanto antidemocrática. Dicha visión, que no acepta intermediarios, es propensa a un discurso sectario (nacionalista, racista, militarista, etc.), particularmente dirigido a aquellos sectores considerados enemigos del pueblo.

Este modelo, asimismo, tiene otro rasgo: el sincretismo ideológico (unión y conciliación de doctrinas distintas no necesariamente coherentes). Es por tanto, un modelo sin ideología, por lo que su retórica (técnica de comunicación) es abiertamente emocional y/o voluntarista. Finalmente, otros atributos son la gran capacidad del líder para la movilización de masas, la oferta de soluciones de corto plazo y el desprecio a problemas de orden estructural.

En suma, en los años recientes los desafíos de América Latina se han enfrentado mediante diferentes modalidades de gobiernos, si bien se ha observado una ola de triunfos electorales de la izquierda. Sin embargo, insisto en que no existe una frontera nítida entre izquierda, centro, derecha vs populismo. Me detuve en señalar los rasgos distintivos del populismo en virtud de que no es una estrategia desarrollada únicamente por la izquierda, como lo haré notar con algunos ejemplos, si bien es más propensa a ella. También quiero enfatizar, porque fue una de mis preguntas en el seminario, en el hecho de que no existen evidencias de que las respuestas hayan revertido los malos resultados del modelo de mercado.

III. Algunas evidencias de procesos recientes

Algunas evidencias, finalmente, que pueden dar cuenta de los procesos políticos y económicos experimentados después de los años 90 son las siguientes:

1. Ante el saldo negativo del neoliberalismo de mediados de los 80 y de los 90, la respuesta de los gobiernos latinoamericanos no necesariamente fue de izquierda. Existe así un espectro que tiene como referente el consenso de Washington. De un lado se ubica la izquierda populista representada por Venezuela, Bolivia y Argentina, en menor medida; del otro, representando a una izquierda moderada, están países como Chile, Brasil y Uruguay.

2. En este último bloque, en general, existe un menor riesgo de desarrollar procesos populistas. No obstante, existen casos en donde se observa un alejamiento de lo social e inmovilidad ante la realidad económica. Chile, por ejemplo, no ha logrado armonizar el crecimiento y la equidad, de hecho se ha observado un crecimiento de la desigualdad social.

3. Asimismo, han logrado fortalecer sus sistemas de partidos. En esos tres países la izquierda se ha alejado del discurso radical en contra del capitalismo y acepta un cambio gradual. Asimismo, existe un sistema de partidos que fomenta la coalición política, por lo tanto la carga ideológica se diluye.

4. Venezuela, Bolivia y Argentina han optado por desafiar a las políticas ortodoxas y se han propuesto combatir la dependencia económica de los países desarrollados, particularmente de Estados Unidos.

5. Por último, la izquierda peruana se encuentra en proceso de reconstrucción y/o desaparición. Las últimas contiendas electorales señalan la emergencia de actores no políticos (outsiders) y una deslegitimación de los partidos políticos tradicionales. A partir de la década de los 90 los outsiders (Fujimori como figura emblemática) se posicionaron en el electorado como la opción principal con un discurso populista (o neopopulista) que combina políticas económicas ortodoxas (neoliberales) y políticas sociales focalizadas.

Para tu crítico criterio, lector(a) asiduo(a) de las novedades de la web: hasta la próxima.

Pedro Hernández

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