lunes, 7 de mayo de 2007

LOS ERRORES DE LA IZQUIERDA FRANCESA

Ayer por la tarde encendí el televisor para conocer los resultados electorales de Francia. Los datos de las encuestas de salida, nadie los discute porque se tiene la certeza de que los oficiales prácticamente serán los mismos, dan como ganador a Nicolas Sarkozy con un 53 por ciento contra el 47 de Ségolène Royal. De acuerdo con la información proporcionada por ese medio, la participación en las elecciones fue del 84 por ciento de un electorado del orden de 45 millones, lo cual ubica el proceso con una muy alta participación.

Hoy quise saber más y me propuse revisar distintos diarios. Los datos fueron los mismos y las noticias giraron en torno a las manifestaciones de la población que votó a favor y en contra de Sarkozy: los primeros alrededor de la torre Eiffel en tanto que los segundos en la Bastilla. En particular me interesó la respuesta de Royal, quien ha reconocido ya su derrota, así como la del Partido Socialista. En general, lejos de discutir los resultados, se proponen una reorganización y la forma en cómo enfrentarán las próximas elecciones legislativas, pero también surgen voces críticas que señalan los errores de la campaña. Por ejemplo, a Royal le han cuestionado el distanciamiento de su partido durante el proceso, pero sobre todo la poca claridad de sus propuestas. En ese sentido, el País publicó las declaraciones de un líder de ese partido que señala lo siguiente: "Hablamos a los franceses de pensiones pero nos les decimos exactamente qué queremos hacer. Hablamos de la energía nuclear pero no somos claros. Y a fin de cuentas, cuando no está claro qué les decimos a los franceses, los franceses no pueden seguirnos".

Dos conclusiones. Primero, es evidente la institucionalización y certeza del proceso electoral, lo que no significa que las inconformidades no se manifiesten, en ocasiones de forma violenta: hoy por hoy nadie ha cuestionado los resultados. Segundo, la explicación de la derrota del partido socialista apunta a la incapacidad de las izquierdas para comunicarse con el electorado de manera franca y convencerlos de la viabilidad de sus propuestas.

La izquierda mexicana es otro ejemplo. Voltear la mirada hacia los meses pasados podría recordarnos que el proceso electoral se caracterizó tanto por los adjetivos como por la carencia del lenguaje veráz y la claridad en el debate público.

Hasta la próxima, lector(a) asiduo(a) de las novedades de la web.

Pedro Hernández

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